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RECUERDOS DE LA VIDA/RICORDI DELLA VITA

NIÑOS

LA MANZANA

LA MANZANA

Es ya dificil recordar los nombres de los compañeros de clase, imaginensen la dificultad que uno puede llegar a tener al querer acordarse de alguna anecdota o momento pasado junto.

De cualquier manera lo voy a intentar, tratarè de recordar, aunque sea con flas, cosas vividas juntos en la querida y amada escuela 99, y quien sabe, con la colaboraciòn y la memoria de ustedes, podremos traer a la luz otros recuerdos que estàn ahi, esperando para ser revividos.

Viajo en el tiempo, me voy a primero con la maestra Nilda, aquella “gorda” simpatica que ocupaba toda la tunica blanca y se paseaba por los bancos de aquel salòn chico e iluminado gracias a los viejos ventanales que daban a al calle Ariel.

Empezabamos a escribir, “Lolo, Lala y Lolito”, la familia de osos que el “Trencito” de primer año nos presentaba eran personajes simpaticos, nos ayudaron a aprender letras, numeros, y frases, que escribiamos en aquellos cuadernos grises con la cara de Artigas o          Josè Pedro Varela.

“Para mañana traigan frutas”, esa fue la orden de la maestra aquel dia, como no sabiamos escribir, nos daban unas tiras de papel mimeografeadas, con los deberes del dia siguiente, los mismos avisos que daban cuando habia que formar la comisiòn fomento.

Al dia siguiente, casi todos trajimos manzanas, naranjas, algunos bananas, la lecciòn fue muy linda e intersante, la maestra abriò cada fruto (sin ser las bananas obviamente) a la mitad y fuimos identificando cada parte del fruto comparandolo con el cartelòn que desde la direcciòn alguno de nosotros habia ido a buscar.

La fruta que teniamos en el banco era identica a la del dibujo, se veian la piel, la pulpa, las semillas. Nilda nos explicò que de la flor, despues que habia sido fecundada, se creaba el fruto y de alli las semillas que darian lugar a un nuevo arbol, con nuevas flores, y frutas.

Vida, simple vida que va y que viene, semillas, arboles, flores, frutos y nostros alli, mirando y comparando la manzana partida a la mitad apoyada en nuestro banco con el dibujo a colores desplegado en el pizzaròn.

“Ahora dibujen la manzana que tienen adelante y despues, pueden comersela !” dijo Nilda, y asi fue, dibujamos y pintamos nuestras manzanas y naranjas, poniendo atenciòn a los detalles, a los colores, y despues, en alegria y todos juntos, antes de que tocara el timbre del recreo, nos habiamos comido las frutas, saboreando cada pedacito de manzana o de naranaja porquè ahora si conociamos detalladamente lo que era un fruto.

LA AMETRALLADORA

LA AMETRALLADORA

La culata de la ametralladora se asombava por debajo del asiento. Cuando el soldado de casco verde y linterna anaranjada hizo señas a mi padre de parar el auto, fue la primera cosa que miré.

Mientras uno de los militares pedía los documentos y los controlaba, el otro daba la vuelta alrededor de la camioneta, iluminando el interior.

Algo habia pasado aquella noche de invierno, nosotros volviamos de la casa de la Tia Juana, habiamos festejado el cumpleaños de Cecilia, la hija de Enrique, a cierto punto, alguien habia golpeado a la puerta y los tios habian ido a atender.

Despues la fiesta habia terminado y todos nos habiamos ido para nuestras casas en silencio.

Ocho de octubre estaba iluminado por las luces de las “chanchitas” y “camellos”, y esta luz reflejaba en las filas de platanos torcidos que levantaban las veredas.

El soldado de casco verde habia hecho apoyar mi padre contra el capot del auto, cacheandolo para ver si llevaba algún arma, mientras tanto, el otro soldado, terminando de fumar su tabaco armado, volvió a mirar para adentro de la Commer; Con mi pie derecho intenté empujar hacia adentro la ametralladora, pero fue inutil, la luz de la linterna llegó hasta el borde y fue dibujando con un juego de luces y sombras, el contorno de aquella arma.

Capitán...dijo con voz segura, acá atrás hay unos niños y hay algo abajo del asiento, “controle” dijo el capitán, y el milico de malas ganas nos dijo que teníamos que movernos.

En tanto que esto sucedia, a fuerza de empujones, había logrado esconder el arma justo abajo del asiento y cuando el soldado volvió a iluminar hacia adentro, no vió otra cosa que mi pie apoyado en el lugar donde antes había visto el fierro.

Tiró el pucho, se acomodó la visera del casco, iluminó otra y otra vez, y dijo al capitán casi desilusionado: “no era nada, falsa alarma”.

De malas maneras nos despidieron y asi nos fuimos por una ocho de octubre cada vez más oscura, golpeada por el frío de la noche.

Cuando llegamos a casa, mientras mis hermanos bajaban, recogí mi ametralladora de juguete, escondiendola abajo del buzo que la abuela Catalina me habia tejido, mirando hacia todos lados, corrí hasta la cocina y sin que nadie me viera, escondí el juguete abajo de la mesa roja, justo atrás de la heladera, para que nadie, ni el milico más vivo pudiera encontrarla.

 

Fernando.

EL LADRON DE BICICLETAS

EL LADRON DE BICICLETAS

Los Reyes le habian traido una bicicleta verde brillante,cuando la vió lloraba y decía porque tan grande.

Aprendió a andar rapidamente enseñado por su hermano Fran despues de unos dias ya era un verdadero ciclista por lo tanto hacían carreras daban la vuelta por el Barrio Jardín, formado por muchas

lindas casitas.

Algunos eran alemanes y tenian tejas rojas en sus techos.

La placita que circundaban con la bici además de juegos estaba arbolada con enormes eucaliptos y había algunas hamacas tobogan etc.

Fernando y sus amigos ya conocían

las vueltas hacian el circulo volvian a Quicuyo y la meta final el camino Ariel,la disfrutaban mucho.

Despues de juar, subia la bicicleta al primer piso y esta quedaba apoyada sobre la baranda.

Un mediodía a la hora del almuerzo, la prima Carmen gritó “se llevan la bicicleta...”, nos levantamos

de un salto todos, en las escaleras un muchacho muy arreglado se llevaba la bici al hombro, mis gritos lo asustaron tiró la bici y

empezó a correr,  todos bajaron pero Francisco emprendió una veloz carrera, con los demás atras, corrió velozmente en las vías

se perdio entre el pastizal, el padre volvió cansado, dijo  “si lo agarraba no le podía hacer nada”, tomó su agenda y marchó a su trabajo.-Fernando  siguió disfrutando de su bici y luego la entraba aunque el apto.era muy pequeño.- Teresa 

 

 

 

RAPHAEL

RAPHAEL

Raphael era un cantante español de fama internacional.

Titi, mi hermana más grande, era fanatica de este personaje, lo demostraba el hecho que coleccionaba decenas y decenas de revistas, pegando poster y fotos por todos los rincones de su cuarto.

De la mañana a la noche, en casa se sentian las canciones de Raphael, pero en fin de cuentas era soportable, pues Tití se quedaba en su cuarto, cantando y desentonando las canciones del cantautor.

El ultimo día antes de las vacaciones de julio, en la puerta de la escuela, un empleado del Cine Sayago, nos distribuyó bonos para las matinee de cine.

Al pasar, te entregaba un bono largo y estrecho, con toda la programación de la semana, que presentandolo a la casa, te daba el derecho a un descuento.

Fue allí que con asombro ví que el viernes de aquella semana de vacaciones, daban tres películas de Raphael, sonreí pues nunca en mi vida se me hubiera ocurrido que aquel pesado, maricón y mal cantor de Raphael (asi lo veía de niño) fuera tambien un actor de cine.

Apoyando el bono arriba del piano, me fui a lavar las manos en el baño de arriba y fue desde allí que sentí a mi hermana gritar de alegria, corría y bajaba las escaleras sacudiendo el bono, besando fotos de Raphael y desenfundando discos que uno atrás de otro hacian andar la púa del viejo tocadiscos.

“Te dejamos ir, solo si te acompaña uno de tus hermanos” dijo mi padre, traté de esconderme atrás de la puerta de la cocina, aquella de madera que se abría y cerraba sola, pero fue demasiado tarde, los ojos de Teresa me crucificaron, como ultimandome a tomar una decisión, practicamente me decían: “o venís conmigo o te mato”.

Fue asi que, aquel viernes de julio, me pasé cinco horas con la naríz pegada a la pantalla, porqué fuimos a elegir la primera fila para sentarnos...sintiendo a aquel marica, desentonado y antipatico de Raphael....

 

Fernando.

LA MATINEE

LA MATINEE

Todos los domingos nos mandaban al cine, así que Francisco y yo, junto con nuestros primos Daniel y  Omar nos pasábamos la tarde entera en el cine Sayago, en la interminable aveces y corta otra sesión de continuados según el atractivo de las películas.

Siempre estaba lleno de gente, mucho ruido entre película y película, nos gustaba ir a la parte superior pero no siempre se podía. Cuando la luz se apagaba todos calladitos ante el espectáculo tecnicolor gigantesco.

Así nos vimos películas de vaqueros, de guerra, románticas, las de cantantes de moda, me gustaban mucho las de Elvis Presley, un joven cantante norteamericano, que además de cantar muy bien era todo un galán, el chico bueno que se quedaba con la muchachita, las interminables superproducciones de época como la de faraones, las de piratas y las infaltables argentinas con Palito Ortega, Libertad Lamarque, Sandro, etc

Un día el cine estaba lleno y daban una película de autos, era una de carreras se llamaba Gran Prix, en determinado momento se cortó y pusieron la palabra "INTERMEZZO".

Ese día habíamos ido mi hermano y yo solos. Nos volvimos para casa sin haber entendido mucho la película. Cuando llegamos se nos dio por preguntarle a mamá que significaba intermezzo, ahí ella nos explicó que era un intermedio, debería ser una película muy larga por eso tenía una pausa.

Salimos corriendo de vuelta al cine, que quedaba a 2 cuadras, le explicamos al portero lo que nos había pasado y el señor sonriendo nos acomodó donde encontró dos huecos para nosotros.

¡ Al fin tuvo sentido la trama, nos faltaba el final!.

 

 

 

María Teresa (Tití)

EN CUALQUIER HOJITA

EN CUALQUIER HOJITA

Estando en 5to o 6to año de escuela, la maestra citó a reunión de padres, mis progenitores siempre asistían, uno o el otro ya que trabajaban. Mamá fue la que concurrió esta vuelta.

La maestra expuso su disconformidad con la actuación de la clase, la falta de respuesta de los niños, el no hacer los deberes.

Allí puso un ejemplo: "Deberían ser como Teresita que siempre trae los deberes, en cualquier hojita, pero siempre cumple".

Yo arrancaba hojas de cuadernos viejos, todas distintas, de colores formas distintas, sin recortarlas con prolijidad, así como venía las llevaba pero siempre estaban mis obligaciones cumplidas.

Me sentí muy orgullosa, no ví la mirada de fuego de mi madre.

Cuando llegamos a casa la ira se desató, mamá me increpó:

¿Por qué llevas los deberes en cualquier hojita?

¿Qué va a decir la gente?. ¡Yo soy la encargada de la librería del barrio y tan luego mi hija lleva los deberes en cualquier hojita!

Desde ese día se me prohibió usar otra cosa que no fueran las aburridas hojas Artigas.

Mi vieja vio el árbol no el bosque……………¡¡ No importaba la hojita!!

 

 

María Teresa (Tití)

EL BARQUITO DE PAPEL

EL BARQUITO DE PAPEL
Barquito lindo barquito que nunca voy a  olvidar, por el cordon de la vereda de la calle empedrada corría la limpia agua de lluvia
haciendo cascadas y salpicando nuestras manos.
Los niños armabamos con gusto los frágiles barquitos de papel a veces de papel de diario, el juguete endeble iba en la corriente pero la fuerte lluvia lo tumbaba sin piedad.
En el entusiasmo por navegar
poniamos cáscaras de nuez, la tripulacion la haciamos con fosforos, otros niños hacian unas balsas con cartón con un palito
pegado con cebo de vela y corriamos hasta la esquina todos una y otra vez gritando ganó el mío no era el mio así los perdiamos ellos navegaban rumbo al arroyo Miguelete y allí quedabamos los niños.
Como la paciencia naútica no duraba
y un poco cansados del repiqueteo de la lluvia, cantabamos a coro "Que llueva que llueva, mientras nuestras naves se perdían
retornabamos a las casa cada cual a tomar su mate cosido, hasta mañana gritabamos, si si no llueve
Recuerdos de la infancia                           Teresa

DIVERSION INFANTIL

DIVERSION INFANTIL

Me siento afortunada. Mi infancia fue feliz …..

Nací en junio de 1973. Fecha difícil para Uruguay. Mi niñez transcurrió en dictadura. Pero ese refugio cooperativo parecía no enterarse.

A mis dos años me mudé a Mesa 3. Barrio Cooperativo. Para quienes no vivieron nunca en una cooperativa, es difícil de imaginar. Pero, para mi, que puede tener muchos amigos y vecinos, es un recuerdo gratificante. Muchos niños y niñas. Si no eran amigos míos, eran de mis hermanos. Si no eran de la escuela, eran del barrio o de la parroquia.

Un caño de agua roto significaba horas de guerrillas de agua e inmensa diversión.

Un corte de luz en la noche, la excusa perfecta para jugar al grillo o la escondida corriendo por todas partes.

Las plazas eran escenarios de cuentos, peleas, canchas de fútbol, mundos ideales….

Los árboles y unas telas hacía el más perfecto tren fantasma.

Una murga que nacía.

Así pasamos la infancia: cantando, bailando, peleando, soñando, amigándonos. Tan ajenos a las preocupaciones de los grandes.

De esos tiempos, conservo, como un tesoro mis mejores recuerdos.

Patricia

LOS SAPITOS

LOS SAPITOS
Volviendo de la playa, sol radiante, los niños con sus ropas húmedas, el grito A cambiarse todos!...
De repente se oscurece, hay relampagos, se sienten truenos.
Eran las nubes que vimos sobre el mar dijeron.-
Empiezan a caer unas gotas se siente el ruido sobre las chapas, ya parará dijo el abuelo, pero la lluvia sigue incesante.-
Los niños van asomando sus cabecitas por la puerta, se animan salen y bajo las plantas ven formarse una burbuja en el
suelo luego otra ,se admiran.-
La tía Paty grita ESOS QUE SON, después un salto, otro y otro, algo corre, los niños y los
tíos se asustan, rien se mojan son felices, de repente gritan al unísimo SON MUCHOS, siguen mirando llaman a los grandes.
Todos observan y vaya sorpresa SON SAPITOS.
Los sapitos que estaban bajo las plantas, el agua los hizo salir, los sapitos buscan bichitos, comen hormigas, larvas de mosquitos.
Los niños vuelven a reir pues les contamos historias de Sapos
que eran príncipes y buscan princesa para casarse.
Cuidan de no pisarlos, los rodean quieren tocarlos.
Se hacen charcos y allí van los sapitos, cesa la lluvia sale el ARCO IRIS todos corren a mirarlo, que lindos colores podíamos dibujarlo.
Se acuerdan de
los sapitos regresan al charco ya hicieron sus cuevitas y se siente el croac croac.
Vuelven los niños en la mesa su merienda
la devoran en un ratito y siguen jugando.
En el verano les gusta la playa pero esperan la lluvia para volver a ver los Sapitos.-
( de relatos de niños)          Teresita Maseda 2003 

DE PESCA EN EL SOLIS CHICO

DE PESCA EN EL SOLIS CHICO

Con mucho cuidado y atención preparabamos todo lo necesario para pasar una mañana de pesca en el arroyo Solis: la carnada (por lo general un salamín comprado por pocos pesos en el almacén de la esquina), las cañas de pescar y sobre todo el aparejo, aquel de tensa verde que se enrollaba en una lata de duraznos brasileros.

Gorritos playeros en la cabeza, cuchillito para matar los peces y cortar la carnada en la bolsa, subiamos corriendo y nos acomodabamos en la vieja Commer, todos sentaditos sin movernos, nerviosos y contentos al mismo tiempo.

La camioneta agarraba la carretera y se encaminaba hasta el peaje, era allí nuestro lugar preferido de pesca, antes de llegar, papá bromeaba siempre diciendonos que nos estabamos volviendo para Montevideo, pero unos metros antes del peaje, giraba a la izquierda metiendose por una calle secundaria que nos conducía derechito al borde del arroyo.

Casi nunca el agua era alta, por lo general, podiamos meternos en el medío del arroyo sin problemas, caminando entre las piedras hasta encontrar la roca justa donde hacer nuestro puesto de pesca.

Sacabamos los instrumentos, cada cual con su cañita de pesca, sus bollas y sus plomadas, con el cuchillito sin filo cortabamos pedacitos de salame que generalmente terminaban a mitad camino entre el tiro de la plomada y el arroyo, una vez más recogiamos la lansa para cargar nuevamente el anzuelo.

Cangrejos flacos y mal comidos eran nuestra primera pesca, se enganchaban con sus patas a los anzuelos ferrugientos y terminaban acuchillados sin piedad por papá que usaba la carne blanca y tierna como carnada para el aparajo.

Con un movimiento de atleta a las olimpiadas, hacia girar la plomada a forma de gota sobre su cabeza y lanzaba el aparejo en el medio del arroyo.

Despues el silencio. Solo los autos que pasaban por la carretera interrumpian nuestra concentración, atentos al minimo detalle, mirando fijo las lansas, esperabamos el momento magico de la recolección del pescado.

Pasaban algunas horas, no muchas a decir la verdad, porque los más chicos empezabamos a perder la paciencia y sobre todo, haciamos perder la paciencia a nuestro padre, que nervioso por nuestro continuo ir y venir por el borde de la roca, nos gritaba continuamente advirtiendonos de los peligros eminentes que corriamos.

De repente, algunas gotas de agua nos salpicaban cuando el hilo del aparejo se ponía tenso, señal eviddente que algún pez habia caido en la trampa, todos nos girabamos hacia nuestro padre, que con gran habilidad, recogía la lanza en un movimiento continuo de manos que no dejaba ver los dedos mientras lo hacia.

Despues de haber recogido los veinte metros de aparejo, en la punta de la cuerda se asomaba la cabeza moribunda de un pez de los ojos negros, grande como el palmo de una mano que agitaba violentamente la cola tratando inutilmente de liberarse del fatal anzuelo que lo habia atrapado.

Dando los ultimos coletazos, terminaba mojando la roca y con frialdad de pescador experto, nuestro padre daba fin a las ultimas esperanzas de vida del pescado.

Todos gritabamos de alegria, habiamos finalmente pescado, metiamos delicadamente el pescadito en un balde playero con agua del arroyo para mantenerlo fresco y recogiamos nuestras cañas de pescar para ver si habiamos tenido la misma suerte que nuestro padre, mientras tanto, el pescador de turno tiraba nuevamente el aparejo al arroyo, convencido de estar pasando por el momento justo.

Error impagable este, pues el cometido era solo uno: pescar un pescado, para nosotros niños impacientes, el objetivo era ya obtenido y empezaba la guerra de nervios entre nuestro padre y sus hijos.

Si antes lo habiamos puesto nervioso caminando para atrás y adelante, ahora que habiamos pescado lo haciamos enloquecer metiendo los pies en el agua, haciendo caer una y otra vez los gorritos en el arroyo o escapando a los gritos de los cangrejos que subían a la roca a comerse los restos del pescado.

Pasaban cinco minutos y con un “siempre pasa lo mismo con ustedes” levantabamos campamento y volviamos a la Commer con nuestra pesca bien custodiada en el baldecito de playa.

Contentos y felices recorriamos los veinte quilometros que separaban el peaje de Marindia, llegando a casa en pocos minutos, bajabamos corriendo con el baldecito, dejando todo el resto en el auto ibamos a buscar a nuestra madre para mostrarle el botín, felices y contentos de haber finalmente, pasado una mañana de pesca junto a nuestro querido padre.

Fernando.

ANECDOTAS DE FAMILIA

ANECDOTAS DE FAMILIA

Titi,era estudiosa buena alumna.Un día estando en mi trabajo en Barreiro de Sayago vino la profesora de piano

Chiquita (cumplió mas de 80 años) con una libretita en la mano,me dijo con su  expresión de “algo pasó”: “Esta es su letra ?...”

Al verla me inquieté, pero enseguida entendí todo: al no gustarle a Ma.Teresa la notificación que le había puesto la profesora de piano y debido a que yo tenía que firmarla, copió mi

firma con un carbonico,cosa nueva y utilizable en esos tiempos.-

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Una tarde Tití estaba practicando sus lecciones en el piano, Fran en la vuelta con sus deberes sus dibujitos y siempre ideaba algo nueva.

Francisco, su papá, habia comprado una pinza que distraidamente dejó apoyada sobre la mesa del comedor. La pinza era  muy atractiva con sus mangos rojos. Yo me encontraba en el dormitorio hamacando

al mas chico Fer fue desde allí que senti un ruido.....sshhhhhssshhhh

Salí corriendo hasta el corredor, alcancé a ver un chisperio que cubrió el piano y la pianista, del otro lado, pude ver entre una nube de humo, Francisquito  sentado, la pinza en el suelo con las marcas de la corriente electirca y en la mano izquierda el cable de la televisión cortado.

Fueron los championes Funsa que le salvaron la vida aislandolo de la corriente. Por suerte fue solo un gran susto para todos nosotros, no para Fran que no se dió cuenta del grave peligro. Mis unicas palabras fueron: “que has hecho chiquilín!”

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En el barrio habia un depósito de chatarra. El dueño, un señor de pelos blancos y barba a medio crecer, compraba las  botellas y otras cosas usadas.

Un día mis hijos tenian unas

Damajuanas y se decidieron de llevarlas al depósito.

Iban camino hacia  Propios y Ale, el  más pequeño, con su pelo rubio y su cara de susto miramdo al hermano  le preguntó:

“Fernando nosotros somos pichicomes?”

No respondió el hermano vendemos las damajuanas para podernos comprar la entrada para el partido sin pedirle a mamá .-

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 Patricia desde pequeña tuvo que hacer gimnasia ,cuando la mudabamos de bebe le hacíamos hacer ejercicios con las piernas.

Con el pasar de los años, siguió haciendo gimnasia, especialmente en el Comunal con la profesora Marta.

 Llevaba un equipo azul de mangas y piernas cortas, corría y

era buena alumna.

Salió abanderada en gimnasia llevando con honor  la bandera uruguaya un 18 de Julio, dia de la Cooperativa

Le gustaba mucho correr y jugar en la plaza.

Un día vió venir al Dr. Gazzara. su corrida fue mas rapida ,se acerco y le dijo “Dr.dr..YO no soy la enferma

es mi hermano Ale el enfermo”

El dr.sonrió la saludo,diciendole: “que bueno”, ella estaba acostumbrada a las visitas del doctor que siempre venía por su congestión y los broncoespasmos.

Feliz y contenta, Patricia volvío a la placita a jugar con sus amigos.

 

Teresa

EL BICHO PELUDO

EL BICHO PELUDO

Una tarde soleada de verano llegamos a la Plaza de Deportes de la Union, grande linda,varios juegos gratis

y allí Francisco me dejó con los niños, vestiditos prolijamente.

Todos corrieron a hamacarse, Fernando que era el mas chico se quedó conmigo, despacito nos acercamos al murito, donde me pidió para caminar por el borde.

Al subirlo, su brazo rozó algo e inmediatamente comenzó a llorar.

Sus gritos y llantos nos alarmaron, subiendolo a upa le pregunté que le pasaba y me mostraba su brazo: estaba rojo e hinchado. Todo el brazo se fue inflamando con una rapidez increible, a pocos metros de donde se habia puesto a llorar, encontramos un BICHO PELUDO VERDE, de esos que tienen miles de puas.

Corrimos con él a la farmacia proxima donde nos auxiliaron con un algodón empapado en alcohol y algo más.

El boticario nos dijo: “no se asusten esto lo aliviará”, pero el seguía llorando pues le ardía

mucho, Francisco y Teresa, sus hermanos, trataban de calmarlo minetras esperabamos el regreso de el padre que habia ido a una empresa cercana.

Fue tan grande la preocupación, que hasta se olvidaron de seguir jugando, seguramente estaban más asustados que Fernando.

Cuando el padre volvió estaba calmado y le dijo ya esta no pasa

nada fue solo un susto ,se nos cortó el paseo y regresamos a casa.-

Cuando pasamos por la Plaza recordamos la anecdota

   Teresa

UN VINTEN PARA EL JUDAS

UN VINTEN PARA EL JUDAS

En la calle Quicuyo hay un edificio de 19 apartamentos,nosotros viviamos en el apto 6.

En estos apartamentos, para tender la ropa, teniamos que subir hasta la azotea, cargando los baldes llenos de camisas, vestidos, pantalones y ropa interior recièn lavados.

Mis hijos se divertían mirando los trenes que pasaban por la estación, las quintas de los vecinos y algunas veces hacian travesuras.

Una vez, Francisco y Fernando, tiraron un judas (muñeco hecho de trapos) gritando desde arriba del techo.

Don Gonzalez, el vecino del apartamento 1, salió alarmado a ver que pasaba y encontró el muñeco con figura humana tirado en el suelo.

Grande fue el susto que se pegó pensando que era uno de los niños.

Otro día, pasaron por los apartamentos un grupo de gitanas, que metiendose en casa sin hacerse ver, se llevaron dinero y hasta una caja de jabón en polvo.

Hablando de Judas, era una costumbre cerca de Navidad, pedir dinero para el Judas, sentando un muñeco de trapo ( el Judas) en la vereda, nuestros hijos pusieron sobre Ariel (calle transitada por autos, ómnibus, camiones y bicicletas) cerca de la barrera del tren, un juda particular: un Oso vestido sentado en una silla, la gente que pasaba, al pedido de “me dá un peso para el judas”, mucha gente daba dinero comentando: “que judas raro que es ese”. Aveces, en lugar de un judas de trapo, sentaban algún niño para engañar a los pasantes.

Todos mis hijos fueron a la escuela 99 República de Honduras, una vez al año, la comisión fomento organizaba kermeses para los arreglos extraordinarios de la escuela.

Entre las cosas curiosas de esta vieja escuela, estaba el gran patio lleno de olivos con aceitunas negras, que todas las semanas, manchaban las tunicas.

En homenaje a Artigas, fue plantado un hermoso árbol de Ibirapitá, justo a la entrada de la escuela.

En el fondo, habia un patio de tierra con un aspa de molino abandonada, fue allí donde Fernando en un recreo se rajó la cabeza siendo curado por las maestra que lo mandaron a casa peinadito y con los pelos mojados.

Todos mis hijos fueron bandidos y alegres al mismo tiempo, pero siempre fueron buenos alumnos.

Recuerdos de una madre.

Teresa

EL DENTISTA

EL DENTISTA

Mientras los dedos gigantes del dentista se introducian en mi pequeña boca y yo cerraba los ojos tratando de pensar en algo menos doloroso que aquel trapano que quemaba la carne de mis encias y no se paraba hasta que no llegaba al maximo de la maldad o sea, tocar el nervio de la muela en cuestión, la idea de que en pocos minutos estaría saludando y cerrando la maldita puerta del estudio me hacia pasar en cierta manera el dolor.

 

Cuando finalmente el dentista se lavaba las manos, y agarraba la lapicera bic para apuntar en su agenda la próxima visita, un suspiro se escapaba de mi boca y una sonrisa con olor a pasta de dentista salía al exterior como una brisa que te rinfresca en una torrida noche de verano.

 

Sin pensarlo dos veces, saliamos del estudio de Ariel y Sayago, para volvernos despacito a casa, en aquellas tardes de invierno montevideano, que tienen ese no se qué......hojas de plátanos que cubren las veredas, ómnibus con luces mortecinas llenos de personas que pasan haciendo ruido por la calle llena de baches, los viejos vecinos que pasando te saludaban y nos parabamos a conversar del tiempo y del frío.

 

Caminando despacito por esas veredas de baldosas amarillas, saltando de agujero en agujero, pateando alguna piedrita, llegabamos puntualmente al negocio pegadito al cine Sayago: “el palacio del café”, era hermoso y entusiasmante mirar la vidriera donde se exhibian con orgullo viejas maquinas de hacer café junto a confecciones de chocolatines descoloridas por los rayos de sol, eran solo dos minutos, mi madre y yo viajabamos en el tiempo mirando aquel escaparate adornado en manera sencilla, volviamos en si cuando la campanita pegada a la puerta de ingreso nos devolvía la razón y el aroma del café lo inundaba todo, como queriandonos invitar a entrar, a descubrir esos olores que se confundían uno con el otro en el minusculo negocio.

 

Café arabe, europeo, expreso, para maquina, para cafetera, habia de todo en aquel palacio del café, la señora atrás del mostrador mostraba una sonrisa postiza que traslucía simpatía y sinceridad al mismo tiempo, desde abajo mirabo mi madre, correctamente peinada con su sobretodo marrón que tocandose los labios decidía que café comprar.

 

“Deme medio quilo de aquel de allá atrás” y el magico ritual de la preparación del café se activaba en un segundo, desencadenado por alguna frase mágica escondida, los granos entraban en la maquina de moler y el aroma del café lo volvía todo más hermoso, un paquetito que cabía en una mano pero que significaba mucho, allí estaba escondido el magico mundo del palacio del café, ese de la calle Ariel pegadito al cine Sayago.

 

Volvíamos a casa caminando por Garzón, contabamos los taxis y los ómnibus que pasaban, en la esquina nos parabamos a mirar los titulares de los diarios y si coincidía con la salida, comprabamos Charoná, hablabamos de Delmira Agustini, de lo rápido que iban los autos por Garzón y de lo lindo que era volver a casa con aquel paquetito, que nos alegraría las mañanas con riquisimos y cargados café con leche en la taza grande, humeante y con intenso aroma de café......

 

fernando

LA COMMER y EL BRANDI

LA COMMER y EL BRANDI

Yo soy la más chica de 5 hermanos. El hermano con el que me llevo menos años es Alejandro, del que me separan 2 años y algo. Cuando éramos chicos el jugaba al Baby fútbol en el cuadro del barrio que es el Brandi. Mi papá llevaba a ese cuadro de pequeños en la Commer cuando el partido era en otra cancha. Y mis recuerdos tienen que ver con una camioneta grande y celeste, con el alboroto de muchos niños, con un poncho que me abrigaba y la cara de mi papá mirando para atrás y asegurándose de que no faltara nadie.

Patricia