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RECUERDOS DE LA VIDA/RICORDI DELLA VITA

'TA CLARO...

'TA CLARO...

 

 

Que la vida tiene cosas lindas y feas lo sabemos todos, no necesitamos pensar demasiado para darnos cuenta, las personas nacen, viven y se van, lo más importante es que en su pasar por este mundo dejen un señal positivo, un recuerdo que te haga sonreir a pesar de saber que no están más entre nosotros.

 

La tía Juana fue una parte importante de mi vida, sentada en la mesa con la mano apoyada a la cara mientras escuchaba atentamente lo que uno contaba, y se reía con ganas cuando algo le causava gracia, a cada frase, repetía: ta claro....invitandote a seguir adelante con tu cuento.

 

Los domingos en Juan Jacobo Rosseau fueron inolvidables, las pizzas con vermout servidas abajo de la parra mientras el canarito nos alegraba con su hermoso canto y el olor a pasto recién cortado lo inundaba todo, no se pueden olvidar facilmente.

 

Los huevos batidos despues de comer, los tallarines Adria acompañados con un tuco especial “a la tía Juana” che lo volvía verdaderamente sabroso y te dejaba el gustito de morrones en la boca por toda la tarde.

 

Aún ahora, despues de treinta años, cuando de alguna ventana se escapa un aroma de tuco a la tía Juana, el cerebro viaja atrás en el tiempo para recordar los domingos especiales en la casa de los tíos.

 

“tené cuidado con el pozo” me decía, “te ayudo yo a sacar un balde de agua, solo uno” y allí ibamos a tirar de la cuerda y la tía me tenía mientras gritavo y el eco de mi voz me respondía desde la profundidad de aquel misterioso y enigmatico pozo de agua.

 

Lindos recuerdos, hermosos momentos pasados juntos, correteando por el fondo, dandole de comer a las gallinas, ayudando a la tía a secar los platos mientras conversaba con mamá en la cocina, las fotos de Enrique que nos acompañaban en la sobre mesa, despues que platos y cubiertos habian vuelto a sus lugares, nos mostraba sus viajes a Venezuela, su Enrique, nos hablaba sonriendo de la Charito y la Carmencita, enseñandonos lo lindo que es sentir unida la familia a pesar de las distancias.

 

Me quedé con su imagen grabada en la cabeza: una tía Juana que a pesar de sus noventa años, mantenía intacto su sentido del humor, la misma que no nos abrió la puerta porqué Charo se lo habia prohibido pero que fue corriendo a abrirla cuando Carmen la llamó para decirle quienes eramos.

 

Una tía Juana que aquella fría tarde de agosto se tomó con unas ganas envidiables una taza de leche con alfajores y galletas malteadas, que se reía de su doctora que le habia dicho: usted tiene que caminar, y la pobre mujer habia muerto dos días despues, una tía Juana unica, que se despidió diciendome “no nos vamos a ver más mijo.......” pero que estará presente en mis recuerdos como una de las cosas más hermosas de mi vida. “’ta claro......”

 

Fernando.

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