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RECUERDOS DE LA VIDA/RICORDI DELLA VITA

EL CONDUCTOR

EL CONDUCTOR

Los días de verano, los pasabamos en la casita de Marindia.

La camioneta Commer quedaba en el balneario, ya que Francisco se iba a trabajar en ómnibus.

Una tarde, mientras hacia mis labores en casa, me pareció sentir el ruido del motor, asomandome a la puerta, pude ver a Alejandro colgado de la parte trasera y el auto marchando decidiamente por la calle.

“Ale tirate” grité inmediatamente, cosa que Alejandro hizo inmediatamente, mientras tanto la camioneta siguió dando vueltas como una calesita por las calles de Marindia, girando alrededor de la manzana.

Todo esto debido al hecho que Daniel Cal y Fernando que eran los conductores, solo sabían ir hacia adelante, asi fue que tocando varias cosas (tachos de basura, arbustos, montones de arena) volvieron nuevamente a la puerta de casa.

 

Con el tiempo, la vieja Commer fue cambiada por una Citroen Ami 8, a la hora de la siesta, mientras casi todos dormiamos amodorrados por el calor veranigeguo, Fernando, Ale, Paty y la Tia Angela, vestida con su delantal blanco, salían a pasear con el auto por las calles de Marindia.

Un lindo zafari por las calles de tierra y llenas de pozos, “agarro por acá ?” preguntaba Fernando y todos decían que si, otras veces eran ellos los que decían al conductor por donde pasar.

Así pasaban las tardecitas de Marindia, entre dunas de arena, pinos, colas de zorro y el olor a marcelo.

Cada calle tenía su historia de pozos, pero cada uno veía algo especial en aquellas vias amarillas, alguien alguna vez vió una víbora larguisima cruzar, otro una araña negra que esperaba el pasar del auto, algún otro una perdiz escapando de un zorro, torcazas y palomas eran la distracción de Patricia, la Tía Angela contaba las florcitas y comentaba el avance de la civilización en el balneario.

Terminando con mi tarea, los esperaba, llegaban felices y contentos, riendose y comentando que la Tía los hacía ir por calles desconocidas y lejanas.

El conductor bajaba queriendo esconder su carita pero sonreía

me daba las llaves,pero yo intuía que al día siguiente se iba a producir el milagro.-El conductor que esquivaba los pozos con gran entereza,-       

      De relatos de mis hijos 2003                Teresita Maseda

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