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RECUERDOS DE LA VIDA/RICORDI DELLA VITA

PALO Y PALO

PALO Y PALO

Eran épocas de ideales, la extrema derecha convivía con la extrema izquierda, los enfrentamientos estudiantiles eran frecuentes.

La conducta de los grupos extremistas era de violencia, así mientras algunos como yo, estudiantes comunes, adolescentes entre 15 y 18 años, íbamos a clase con el interés de prepararnos para alguna carrera universitaria, otros de nuestra misma edad concurrían a los centros de enseñanza a promover discordias políticas.

El gremio era de tendencia izquierdista, el Che había muerto hacía pocos años y en las  asambleas las discusiones con los derechistas, muchos de ellos pertenecientes a un grupo llamado JUP (Juventud Uruguaya de Pie) eran muy fuertes. Estos últimos perturbaban a los demás e intimidaban a algunos docentes con cadenas, cachiporras y hasta alguna vez llevaron armas al centro docente.

En este ambiente y a mediados de 1971 fue que se resolvió por mayoría desgremializar a unos  cuantos compañeros que por sus actitudes interferían en el normal desarrollo de las clases.

Una mañana al bajarme del ómnibus al llegar al liceo 9 ubicado en la Avda. Lezica, había muchos autos en la puerta, todos negros y de la misma marca, yo no percibí el peligro pues no me preocupaba la política, ni el clima enrarecido que existía.

A los pocos minutos se desató una persecución por parte de hombres grandes, según mi visión de adolescente, a los alumnos y les empezaron a golpear con furia, yo lo veía desde dentro de un salón al que un profesor nos había hecho entrar apresuradamente.

Así vimos pasar muchachas y muchachos perseguidos, golpeados, lastimados por esos gigantes que tenían un aspecto amenazador.

El pánico se apoderó de nosotros, la angustia nos dominó, pensando en aquellos compañeros que no estaban allí con nosotros pero que estaban en medio de esa guerra campal.

Llanto, gritos, exclamaciones, todo era un caos.

Esto duró aproximadamente media hora. En determinado momento cesó todo el movimiento y fuimos saliendo al corredor del edificio en donde se nos trató de tranquilizar, explicándonos que ya había pasado todo, que esperáramos un rato y luego fuéramos saliendo de a grupos hasta Colón que no nos quedáramos en la puerta, pero que ya había pasado, que había muchos chicos lastimados incluso había uno internado en estado de coma al que le habían partido además todos los dientes.

Más tarde nos enteramos que este atentado atroz lo había cometido el comisario del barrio en represalia por la desgremialización de su hija Nancy. El muchacho que estaba grave era uno de los principales dirigentes del gremio que fue buscado hasta que lo encontraron y lo golpearon con saña.

Durante meses mi padre junto con otros padres hacía guardia en la puerta para que nosotros pudiéramos estar tranquilos ya que esta situación fue muy traumática.

 

 

 

María Teresa (Tití)

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