PANADERIA LA GRAN VIA

Salimos de Marindia por la ruta interbalnearia, pasamos el peaje y tomamos Avenida Italia.
A los costados el Pinar ya no es el de una vez, los bosques que daban nombre al balneario están desapareciendo, en su lugar van creciendo casas y comercios, grandes supermercados, locales de asistencia paga.
Autos estacionados por doquier, gente que se traslada en motos y bicicletas, polvo que se levanta en continuación.
Asi se ve el costado de la carretera.
Llegando al Parque Roosvelt donde en turismo se hacen las domas, encontramos un semaforo y un gran supermercado, el Geant.
La gente corre, muchos, demasiados autos en la vuelta.
El gran puente nos avisa que llegamos a Montevideo, no solo el puente, las indicaciones nos anuncian la llegada a la capital, avenida Italia nos recibe con su explendor y la velocidad de una de las avenidas más importantes de Montevideo.
Apenas entrando en Carrasco, llegamos al punto donde una vez estubo una panadería: LA GRAN VIA.
Cuando volviamos de Marindia, en los tiempos que el Pinar era un pinar y que Avenida Italia era una avenida con pocos autos, Francisco bajaba y elegía, tratando de recordar los pedidos, los bizcochos en las grandes bandejas expuestas en el mostrador.
Croisant dulces, salados, caras sucias y alguno otro tipo de bizcochos, terminaban en una bolsa de papel de astraza, lo veiamos volver con el paquete en la mano, su cara roja y su gorrito playero.
Cerraba la puerta y entregaba el botín a los niños, encomendandoles de no tirar la bolsa por la ventanilla. Nadie escuchaba sus palabras, pues todos estaban ya saboreando los bizchochos calentitos que salían del paquete uno a la vez en las manitos tiernas de los niños.
Hasta Sayago no se hablaba, se masticaba y basta.
Por mucho tiempo lo hicimos con mucho gusto, ahora llegamos a la ciudad y es ella la que te traga y te mastica con su movimientos, los papeles volando, edificios por doquier.
Mis muchachos ya crecieron y la panadería no existe más, pero si existe el recuerdo y aquel silencio interrumpido solamente por el ruido de las boquitas masticando los bizcochos de la panaderia La Gran Via.
Con cariño.
Teresa.
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